MIS MOMENTOS DE CINE

"No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo. Si tienes un sueño, debes conservarlo. Si quieres algo, sal a buscarlo, y punto. ¿Sabes?, la gente que no logra conseguir sus sueños suele decirles a los demás que tampoco cumplirán los suyos"

Will Smith (En busca de la felicidad)

domingo, 7 de marzo de 2010

"The Road", Mi Critica a esta Obra...Maestra


Una gran catástrofe se ha cebado con la Tierra, y son pocos los que se mantienen con vida e intentan buscar comida y defenderse de una ola de canibalismo que recorre los caminos. Hambre y miedo para un panorama apocalíptico donde un padre trata de salvar a su hijo de la barbarie que asola el mundo y llegar hasta los territorios del sur. Una historia de supervivencia en una selva en la que el hombre se ha convertido en el principal enemigo de sí mismo, porque ha dejado de distinguir entre el bien y el mal, porque las situaciones extremas en las que se encuentra le han colocado en la tesitura de matar para vivir o de mantener el fuego de la humanidad en un corazón endurecido por la adversidad. Esta es la historia que nos cuenta “The road (La carretera)” a partir de la novela de Cormac McCarthy –Premio Pulitzer en 2007–, y en la que John Hillcoat se esmera en crear una situación de desolación en un entorno opresivo y salvaje, donde la muerte y el suicidio son una amenaza permanente.

Aunque hay una historia personal de un padre con su hijo y se buscan momentos de emoción, “The road (La carretera)” es una cinta fría y conceptual, sin ternura humana y con escasa intensidad dramática, quizá porque las atmósferas plomizas e irrespirables aplastan los sentimientos y las ideas no llegan a levantar el vuelo. Su punto fuerte está, sin embargo, en la lograda ambientación de una fotografía de Javier Aguirresarobe que juega con los contrastes de luz, en una puesta en escena con algunos planos de gran intensidad expresiva donde el individuo se ve solo e indefenso —en esos parajes inhóspitos o en el puente semiderruido—, en una interpretación muy física de un Viggo Mortensen que sostiene todo el metraje, y en un guión de fuerte calado metafórico y gran hondura antropológica. Porque la película debe entenderse, ante todo, como una fábula que nos habla de la condición moral del hombre, de su animalización —canibalismo— cuando decide hacer cualquier cosa con tal de salvarse, de la pérdida del discernimiento de lo que es bueno y de la desconfianza instalada en unas relaciones en las que todos nos sentimos perseguidos.

Sólo desde esa óptica cobra fuerza un inocente niño que es visto como un dios o como un ángel porque siempre lo justifica todo y da muestras de compasión, alguien que no quiere aprender algunas lecciones de un padre que camina por el precipicio de la deshumanización aun teniendo buenas intenciones, que se cuestiona si haciendo eso “seguirá siendo de los buenos”… Y sólo bajo ese prisma alegórico se entiende ese viaje hacia el sur —hacia la luz y el calor del sol— o esa búsqueda de un mar azul o de la misma comida, esas “apariciones” del anciano o del hombre negro que vienen a dar una oportunidad a los viajeros de sacar lo mejor de sí mismos. De otro modo, esos encuentros, lo mismo que la misteriosa desaparición de la madre entre la niebla (al parecer no quería “sobrevivir” a cualquier precio), tendrían difícil explicación, escasa función narrativa y ninguna humanidad.

Sin la verosimilitud de lo realista y con toda la fuerza de las ideas, Hillcoat nos ofrece un análisis humanista de nuestra sociedad, donde la lucha por la comida —véase materialismo y consumismo— “mata” un encuentro con el propio hombre que debería caracterizarse por el afecto y la libertad. Por tanto, esa carretera del título bien podría ser la que debe recorrer el niño en su proceso de maduración, a la busca del cariño materno que le faltó y de la conciencia que el mundo se empeña en destruir. Y para ese viaje, necesita la pistola con que defenderse de peligros, el fuego encendido en el corazón y también la seguridad de “estar con los buenos”, si no quiere dejar de reconocerse a sí mismo. Una confianza en el hombre y en el poder de la libertad y del amor que llevan al padre a decirle a su hijo que «si yo fuera Dios, crearía este mismo mundo porque así podría tenerte a ti».

PD; Adjunto el Trailer HD Español

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