MIS MOMENTOS DE CINE

"No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo, ni si quiera yo. Si tienes un sueño, debes conservarlo. Si quieres algo, sal a buscarlo, y punto. ¿Sabes?, la gente que no logra conseguir sus sueños suele decirles a los demás que tampoco cumplirán los suyos"

Will Smith (En busca de la felicidad)

jueves, 4 de febrero de 2010

EN TIERRA HOSTIL


es una narradora audaz y una poderosa creadora de atmósferas visuales. Nos narra la historia de un grupo de artificieros destinados al corazón de Bagdad.
Vaya por delante que el filme decepcionará a los que esperen algún tipo de reflexión sobre la intervención estadounidense en Irak, ya que el último filme de la directora de “Días extraños” es, sobre todo, una efectiva película de acción con mucho nervio, un thriller rodado con astucia y una apuesta audiovisual sólida, pero su aproximación a la psicología de sus embrutecidos soldados deja bastante que desear.

Rodada en planos cortos y ágiles movimientos de cámara y dotando de gran fisicidad a la relación de los personajes con los objetos, “En tierra hostil” encadena los momentos de tensión al seguir los pasos de un grupo de jóvenes destinados a desactivar explosivos y a desconfiar de todo lo que se mueve en un paisaje devastado.

La incomunicación de estos soldados con la población iraki se reproduce en la relación áspera y el recelo latente que existe entre hombres que han hecho de la guerra su única razón de ser.

Así, Bigelow, con un discurso más bien acomodaticio, humaniza a sus bestias y nos muestra su punto de vista, aunque no deja de lado las imágenes de las atrocidades cometidas por la armada estadounidense en una población sumida en la confusión y el temor.

“En tierra hostil” no escatima imágenes crudas y momentos que acercan su filme al cine de terror aunque en los diálogos cínicos o sentenciosos de los protagonistas (particularmente los del personaje del sargento Jones, que encarna Jeremy Emer) bebe de toda la tradición del cine bélico y antibélico en la línea de Kubrick, Fuller o Coppola.

No encontramos en el filme de Bigelow ni rastro de la denuncia de “Stop-Loss” de Kimberley Pierce sino un hábil espectáculo y un microcosmos asfixiante en el que, con pocos personajes y escenarios, logra construir una atmósfera enrarecida y llena de violencia contenida que, como en el mejor cine de suspense, estalla en momentos inesperados.

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